El arte teatral aparece con caracteres religiosos en la base de todas las culturas, aun las más primitivas, en forma de danzas sagradas que pronto se convierten en personas mitológicas en que miman los misterios de lo sobrenatural o trascendente. Los griegos lo llevaron a una perfección inigualada en que concurrieron el cuadro de la escena, la coreografía, la música, la recitación y el texto, con el equilibrio que caracteriza a sus templos, sus estatuas, su filosofía; tres fueron los grandes trágicos griegos:
Esquilo, Sófocles y Eurípides, a los que se debe sumarse el nombre de Aristófanes como representante principal de la comedia, genero que llevaría escena las cuestiones políticas, sociales, religiosas, etc., del momento.
Al llegar al siglo XVI nacieron como por ensalmo en toda el haz del mundo cristiano occidental actores, autores y teatros improvisados en carros ambulantes, en los patios o corrales de vecindad, en los juegos de pelota, etc., que arrastraban a las multitudes. Fue en ese momento cuando aparecieron los dramaturgos más eminentes que ha conocido el mundo después de los griegos.
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